11 ene 2021

Historias de carne

Historias de carne, es la novedad de este año en esta web. estas pueden ser fantasías o simplemente experiencias de vida. Si tu tiene una no dudes en compartirla.


Hola a todos, me presento soy Andrés, un chico de 26 años, guapo, masculino, con facciones marcadas, barbita corta, y algo marcado de gym. Esta serie de relatos comienza cuando tenía 16 años, y aunque habrán varios hombres involucrados, hay uno que hasta el día de hoy sigue siendo mi mayor deseo sexual. Espero que si les gustan estos relatos, pueda contarles hasta mis años más experimentados ahora en tiempos de pandemia.

La historia comienza en Santiago de Chile, cuando tenía 16 años. En esos tiempos ya se me empezaba a notar algo lo guapo, pero no me daba cuenta de mi atractivo ya que era súper introvertido. Asistía a clases extracurriculares de fútbol en el colegio, obligado por mis padres para hacerme socializar… si hubiera sido por mi me quedaba en casa y hacía deporte solo, no digamos que relacionarme con otras personas fuera mi fuerte, especialmente con adolescentes que sólo me hacían notar mi poca sociabilidad.

Claro que la mayor ventaja de ir a esas clases extracurriculares era poder ver a mis compañeros fibraditos desnudos en los vestuarios, y que mejor que sudados y moviendo esas vergotas entre muslos de carne camino a las duchas. Eran tiempos de muchas hormonas, difíciles de controlar, pero obligado a mantenerme a la raya por miedo a que me descubrieran mirándolos con lascivia, y principalmente porque yo mismo no aceptaba que me gustaran los hombres. Resta decir que siempre al llegar a casa me hacía unas largas sesiones de pajas imaginando todo tipo de fantasías en esos vestuarios.

Pero bueno, era un chiquillo tímido, de verga promedio, con un culazo que prometía pero cuyo uso aún no sospechaba, y una carita de bueno que nadie sospecharía la zorra que me convertiría más adelante. Un día normal del cole, llegaba a casa casi directo a encerrarme en mi pieza y hacerme una paja… ¿en cual pensaba primero? Benja? El morenazo de ojos verdes, con ese culazo peludito y marcado, esa vergota circuncidada descansando en un par de huevotes que se me hacía agua la boca de solo imaginar.

O Gonza? Otro morenazo de ojos verdes, fibradísimo, el más popular tenía que ser, pero tan desagradable como persona. Con su mirada de chulo te dejaba claro quien estaba arriba de la pirámide, y bueno, todas mis compañeras babeándole el piso cuando ganaba un partido contra otro colegio y celebraba sacándose la polera, exhibiendo su six-pack que la verdad que si que daban ganas de relamérselo entero así sudadito y todo. Que recuerdos de ese camarín, La verga de Gonza era increible… flácida se veía gorda y larga, reposando sobre esos huevos grandes y llenos de leche. Se notaba que se los rasuraba, pero dejaba algo de pelo en la base del tronco, decorando esas venas que prometían una erección de campeonato. Ufff cuantas veces me había imaginado lo grande que la debía tener dura, o el tamaño de su eyaculación. Y para rematar, sus piernas marcadas y con una capita fina de pelos rubiecitos adornando esa piel morenaza. Un culazo marcado y musculoso que daban ganas de hundir la nariz y la lengua ahí por una eternidad.

Si les contara de todos mis compañeros buenorros, bueno podríamos estar todo el día… pero la verdad que Benja y Gonza se llevaban el premio. Osea, se llevarían el premio si no fuera por Pipe. Pipe tenía 18 años en ese entonces, era compañero de la generación de mi hermana mayor, y tiraba una pinta que guapo no alcanza para describirlo. Una cara de chulito masculino, blanquito, bien marcadito, ojos avellana y una sonrisa que era para morir. Todavía recuerdo esa vez en el bus de vuelta a casa, en que bromeaba con sus compañeros: «Es que ustedes son muy chicos todavía, no saben lo que es tener verga de adulto. Y la mía, si vieran mis huevos se cagan». Un compañero, Pablo, lo mira desafiante y le dice, «no te creo que tengas tanto huevo si no muestras».

Pipe: «Uyyy salió mariconcito este. No tengo porque mostrarle nada a un pendejo que ni un pelito le sale»

Pablo avergonzado se calla y se retrae en su asiento. Yo miro la sonrisa de Pipe con curiosidad, admirando la confianza que emana desde su superioridad sobre Pablo. Mis ojos se desvían hacia sus brazos, marcados, algo sudados de un día de calor y entrenamiento de fútbol en la tarde. Sus ojos se cruzan un segundo con los míos, como si leyera mi deseo, y ahora su sonrisa me parece que se burla de mi desde su trono de machito que se sabe deseado.

Me echo para atrás casi de forma imperceptible, buscando refugio de esa mirada, sintiéndome expuesto, pero a la vez tranquilizándome de que no tiene como saber que soy gay. Si yo mismo no se que soy gay, como va  a saber él. Y con esos pensamientos llega el bus a mi casa y me despido de mis amigos, y a Pipe solo lo veo a lo lejos, ahora alejándose en esa chatarra amarilla que me permitía llegar a descargar mis fantasías más ocultas.

Pasaron unos meses, y en mi aislamiento social me sentía expuesto. No tenía novia cuando la mayoría de mis compañeros o tenía o había tenido, y además al no juntarme con mucha gente me consideraban algo raro. Sentía irracionalmente que mis compañeros al verme como bicho raro, me identificaban como gay, pero era todo solo parte de mis contradicciones internas e incapacidad de aceptar mi sexualidad. Creía que todos veían en mi lo que yo mismo no era capaz de ver. Y luego de racionalizar y racionalizar para calmar la ansiedad de quizás no ser heterosexual, me desentendía de esos delirios de ser centro de mesa para los demás. ¿Porqué alguien perdería su tiempo en andar adivinando mi sexualidad? Esas miradas de sospecha que veía en todos, tenían que ser miradas de pena o rareza por un chiquillo que no encontraba su lugar en ese colegio.

Excepto una mirada… una mirada que si me volvía a hacer resurgir todas mis inseguridades al punto de sentir miedo de estar expuesto. No se si era su sonrisa, o esos ojos tan lindos y penetrantes, pero cada vez que me miraba me sentía desnudo ante él. Como si pudiera hacer lo que quisiera conmigo, sin yo saber todo lo que eso podía implicar. Un día fui al baño en el horario de recreo, y estaba meando en un urinario cuando llega Pipe y un amigo suyo que se ponen en los urinarios de al lado. Estaba petrificado de miedo, obligándome a mantener la vista en la muralla aunque todas las fibras de mi cuerpo gritaban por dar vuelta la mirada y ver que prometía ese paquete que había alimentado tantos sueños y pajas.

Logré controlarme, sacudírmela, subir la cremallera y caminar al lavamanos exhalando la tensión. Eran una hilera de lavamanos frente a un gran y horizontal espejo. Miraba de reojo el espejo para ver cuando Pipe y su amigo aparecieran tras esa cortina de cerámicas que escondían un tesoro de masculinidad intoxicante. Y así apareció Pipe acercándose al lavamanos cerrando su cremallera, miro de reojo mientras la sube, y de un momento a otro se baja los pantalones grises de colegio que por tanto tiempo escondía ese paquetote. Su amigo le dice «Pero que te pasa?! Jajajajaja porqué haces eso?!!». Yo me quedo embobado viendo su paquete prominente marcado en sus boxers negros. Se nota flácido a través de la tela, prometiendo ser grueso. No puede ser normal que se vea tan grande. Será que tienes los huevos enormes?… Continuará

No hay comentarios:

Publicar un comentario

Truco para no tener arcadas en el sexo oral

E l sexo oral al pene o felación es una de las prácticas que más disfrutan los hombres en la intimidad. Es por ello que, para quienes les gu...