23 feb 2013

Ser gay en Costa Rica no debe ser de...

En los últimos años, Costa Rica como sociedad se ha abierto a la población gay, debido a que esta tomó la decisión de no ocultarse más para evitar la discriminación, o por el temor al despido de un trabajo. 
Wilberth Gutiérrez Cabrera*
Este comportamiento de los movimientos homosexuales dio como resultado una incómoda batalla contra el gobierno y la sociedad misma, con el objetivo de que a esta población se le reconozcan derechos humanos como a cualquier otra persona, y no como si fueran ciudadanos de segunda clase solo por su preferencia sexual.

El gobierno actual y el anterior presentaron iniciativas de ley que en el seno de la Asamblea Legislativa han sido atacadas por diputados pertenecientes a grupos religiosos de toda índole, y desde afuera en los púlpitos de la Iglesia Católica.

Incluso en esta temática, la Sala Constitucional costarricense se pronunció en un fallo contra los matrimonios de personas del mismo sexo, por considerar que la Constitución Política pone como centro de la sociedad a la familia.
Sin embargo, en el año 2000 Costa Rica ratificó el Estatuto de Roma, un tratado que garantiza los derechos de todos los seres humanos, a todos por igual. Quiere decir, entonces, que el país queda sometido a lo estipulado dentro de dicho tratado. En otras palabras, el Congreso y otros órganos quedan sometidos a lo estipulado en el Estatuto de Roma.
La contradicción en Costa Rica es absoluta. La Sala Constitucional habla de que todas aquellas directrices que vengan a fortalecer los derechos humanos, incluso las emanadas por los organismos a los que pertenece nuestro país, deben ser acatadas. Sin embargo rechaza la solicitud del reconocimiento de los derechos humanos de las personas del mismo sexo a contraer nupcias por la vía civil.
Aunado a esas posiciones retrógradas y sin asidero, la presidenta Laura Chinchilla, para no quedar mal ni con Dios ni con el diablo, envió a la corriente legislativa el “Proyecto de Ley de Uniones de Personas del Mismo Sexo”, mientras que en Davos (Suiza) decía que no está de acuerdo con matrimonios gay pero sí con uniones de personas del mismo sexo.
La presidenta no es clara en su pensamiento y filosofía respecto a los derechos humanos, dice “sí” acompañado de un “no”. Igual posición han tomado políticos que aspiran a la presidencia de la República, como es el caso de Johnny Araya Monge, quien pertenece al partido gobernante Liberación Nacional y tiene la misma posición que Chinchilla.
Así las cosas, ser homosexual en Costa Rica no es una cuestión fácil. Es un asunto de ser irreverente frente a una sociedad conservadora, porque tras las cortinas los políticos aplauden lo que otros países hacen en materia de derechos humanos, pero cuando se trata de nuestro país tiran la cortina para oponerse a situaciones similares.
Esto me trae a reflexionar sobre nuestra sociedad, de dos historias recientes que conozco acerca de tres jóvenes, dos de ellos hermanos. A uno lo tiraron a la calle por ser homosexual, dando como resultado que este joven se suicidara.
A otro, al cumplir los 20 años su familia se enteró de su condición sexual y también lo lanzaron a la calle, donde anduvo como indigente. Su familia le quemó la ropa y los títulos de escuela y colegio.
El tercer joven tiene una historia parecida. Cuando su madre se enteró de que es gay lo lanzó a la calle por la noche, no le dejó siquiera sacar su ropa y le ha tocado desde entonces prácticamente dormir en un parque, mientras un amigo le da posada.
Estas son historias pequeñas de lo que ocurre en Costa Rica, donde muchos han tenido que luchar contra este fenómeno cuando deciden no ocultarse más.
En mi caso también he sido discriminado, no por mi familia, pero sí he sentido en carne propia comentarios soeces. Incluso en uno de los lugares donde laboré, un compañero le dijo al director ejecutivo que no me saludara porque soy gay. Peor aún, cuando me iban a cambiar de puesto en el trabajo, varios compañeros le recriminaron al jefe haber nombrado a un “playito” -como se dice peyorativamente en Costa Rica- para el puesto. ¿Cómo la discriminación puede llegar a puntos tan viscerales que se juegue con la estabilidad laboral y económica de una persona?
Por ello, no le ruego al Estado de Costa Rica, ni al Gobierno, ni a los diputados ni miembros de Altos Tribunales de Justicia, que me den unos cuantos derechos.
Exijo a la presidenta de la República, diputados, magistrados de la Corte Suprema de Justicia de Costa Rica y a nuestra sociedad, que reconozcan mis derechos humanos no por ser gay, sino porque esos derechos nacieron conmigo y no se me pueden negar bajo ningún argumento.
Les digo a los políticos que han dicho “jamás” al matrimonio gay que eso es violentar mis derechos, y llamo a las poblaciones gay de América Latina para que jamás le den un voto en las urnas a aquellos políticos que se jactan de violentar derechos humanos a homosexuales.
Pulse aquí para escuchar el programa El Toque sobre este tema.

*Wilberth Gutiérrez es columnista, periodista y abogado costarricense, defensor del colectivo gay en Costa Rica.
http://www.rnw.nl/espanol/article/ser-gay-en-costa-rica-no-debe-ser-de-segunda-clase-0

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