Hace algunos años, un estudio de la Universidad de Albany
reveló la relación existente entre el estado de ánimo de las mujeres y sus
prácticas sexuales. Los resultados fueron sorprendentes: aquellas que
regularmente tuvieron sexo oral sin protección, resultaron más felices en
comparación a las que lo practicaron con preservativo.
Los autores del estudio sugirieron que el semen puede
modificar el estado de ánimo. Después de todo, contiene estrona, oxcitocina,
cortisol, serotonina y melatonina, químicos estrechamente ligados a la
felicidad, lo que hace suponer que el semen puede tener propiedades
antidepresivas.
Sin embargo, un nuevo estudio liderado por Gregg Adams
descubrió nuevas propiedades en el semen: una proteína llamada Factor de
Inducción de la Ovulación (OIF, por sus siglas en inglés) que envía señales al
cerebro para liberar hormonas femeninas. Estas hormonas luego configuran el
cuerpo para ovular, sin importar la etapa del periodo en que la mujer se
encuentre.
La sorpresa para Adams fue que había observado este fenómeno
en camellos y, ahora, en seres humanos. Gregg y sus colegas han demostrado que
esta proteína ayuda a estimular la ovulación en mamíferos como koalas, conejos,
gatos y, por supuesto, el ser humano; esto implica que la proteína también
podría determinar la fertilidad e infertilidad en las mujeres.
Así que además de ser conductor de espermatozoides, el
líquido seminal también promueve la ovulación a través de un mecanismo que
hasta hace poco la ciencia desconocía.
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